Luego de nuestra visita a Chenonceau hicimos una escala para comer algo y reponer energías antes de nuestra próxima visita: el Castillo de Amboise.

Es fácil identificarlo, está rodeado de una alta muralla en una especie de colina, ni se imaginan las vistas que se consiguen desde lo alto del castillo.

 

El día estaba bastante frío y lluvioso (estábamos en Mayo), para que mentir, mis dientes llevaban una curiosa melodía, y mis rodillas estaban heladas.

Fue difícil sacar fotos sonriendo, no porque no me sintiera feliz (lo estaba infinitamente), sino porque me temblaban las mejillas.

La  gran ventaja es que teníamos el castillo prácticamente para nosotros solos!, despampanante poder admirar los paisajes, jardines y cada esquina del castillo sin tener que estar esquivando gente. Otra gran ventaja de la época son los hermosos colores verdes de la vegetación, y ver los rayos de luz a través de las nubes de lluvia, digno de contemplar.

Esta hermosa construcción fue una fortaleza medieval, más tarde transformada en residencia Real y supo albergar a todos los Reyes de las casas Valois y Borbón y a ilustres artistas como Leonardo Da Vinci.

En este lugar se desarrollaron las actividades políticas, económicas y artísticas más importantes del periodo Renacentista.

En sus jardines jugaron Carlos VIII, Francisco I y los hijos de Enrique II y de Catalina de Medici.

 
 
 

Destaca entre las construcciones una pequeña y coqueta capilla con motivos de caza, está adornada con ornamentas y detalles de cacerías.

En esta capilla está la tumba de Leonardo da Vinci, no obstante sus restos no están allí ya que fueron saqueados durante una revuelta.

Esperamos que este post los anime a incursionar en el mundo de los castillos, es un boleto solo de ida…