El otro día revisando mis apuntes de viajes encontré una historia que escribí en el 2012 y me causó mucha gracia. A pesar que recuerdo Tailandia con mucho cariño, reconozco que no fue la mejor experiencia de mi vida y creo que ir a Tailandia en época de monzones es muy mala idea.
La historia no fue modificada, es el fiel retrato de la frustración del momento vivido, que opacó el resto de nuestro paso por Tailandia.
Uno de los países que más tenía ganas de visitar era Tailandia, los que me conocen saben que adoro la playa y Tailandia es un paraíso cuando de playas se habla, pero no en temporada de monzones, un desastre.
Primero fuimos tres días a Puket, primer día había sol fuimos tempranito a la playa para caminar, que sorpresa que nos llevamos al llegar (el Hotel estaba a una cuadra) no había arena para sentarse (la marea estaba super alta), el agua era color turquesa divina pero habían unas olas de dos metros, unos amigos se tiraron y los tuvieron que rescatar los guarda vidas. Por suerte no les pasó nada solo fue un susto.
En la noche salimos con varios amigos (eramos 15 en total) hacia Patón beach. Patón es la playa vecina donde, nos habían comentado, había una peatonal llena de bailes y bares para tomar algo. Ni susto que nos pegamos al llegar, eran bares de prostitutas y shows sexuales, la calle estaba llena de personas de todos las orientaciones sexuales y edades ofreciendo su cuerpo. Se paraban todos en la vereda para ser elegidas/os, había de lo que buscaras hasta niñas un situación muy penosa.
Entramos a un bar que parecía más “decente” como no había mucho lugar la “moza” nos guía por un corredor oscuro (ahí nos entramos a asustar) y abre una puerta negra. Al estilo de las películas cuando muestran los bailes y detrás de la puerta la mafia con las prostitutas en bolas tal cual! Salimos despavoridos para regresar al hotel.
La historia no termina ahí porque al subirnos al tuk tuk (es una moto con un carrito) nos tuvimos que dividir porque no entrabamos todos en uno y no se por qué quedamos 6 mujeres solas en uno. En medio del camino el tipo toma un camino diferente al de nuestros compañeros y aceleró la motito. El susto que teníamos no te lo puedo explicar, pensamos que nos estaba secuestrando y terminaríamos en la vereda de patón beach. Al final llegamos a salvo resulta que estaba jugando carrera con su compañero, tan gracioso el 😡 .
Los otros dos días pasó lloviendo así que yo pasé en la piscina con unos hindues muy amables que estaban en el hotel porque mis compañeros no querían hacer piscina bajo lluvia 🙄 .
Luego nos fuimos a Phi Phi una islita paradisíaca que fue arrasada por un Tsunami en el 2004, divino el color del agua. Estábamos todos super emocionados al otro día temprano arrancamos para la playa (la más linda estaba un poco lejos) al llegar nos metimos al agua, grave error fuimos todos arrastrados por las bravas olas, quedando tapados de arena. La salida fue una especie de misión imposible.
Luego fuimos a otra playa que estaba bastante más alejada pero valió la pena porque era mansa y el agua turquesa estaba divina, lo único malo es que baja la marea ya al medio día por lo cual nos quedamos sin agua bastante temprano 🙁 .
El resto de los días pasó lloviendo así que no hay mucho para contar, ni piscina se podía hacer:
Lo más interesante fue un tour que hicimos por las islas, una de ellas era la conocida como “The Beach” por la película de Leonardo Di Caprio con igual nombre. Cuando salimos pensamos que estaba lindo el día, la primera isla conocida como isla de monos porque está llena de estos animalitos nada amigables por cierto, llegamos ahí en kayak, el regreso al barco estuvo complicado porque empezó a soplar un poco el viento.
Cuando llegamos a “La Playa” no nos dejaron ir solos en kayak porque había “algo de viento” nos llevaron uno por uno ellos mismos. Para qué describirles el miedito que tenía arriba de ese coso de plástico que se movía como el mambo del parque rodó. Yo sin saber nadar con un tailandés que no hablaba inglés, bueno sabía una palabra Jump (salta) eso me dijo a unos 20 metros de la entrada a la playa. Resulta que la onda era saltar he ir nadando o “caminando por una cuerda” hasta unas rocas donde había una maraña de cuerdas que simulaban una escalera por la que había que treparse para llegar a la dichosa playa.
Como Dios me ayudó llegué a las rocas, escalé y ahí estaba… una playita minúscula en la que no se podía estar porque la arena golpeaba muy fuerte. Nos dieron media hora para estar allí pero nos fueron a buscar en 10 minutos porque el viento era cada vez más fuerte lo cual hacía casi imposible el descenso.
El descenso era hacer lo mismo a la inversa pero con unas olas enormes que golpeaban justo por donde teníamos que bajar, un pobre tailandés se agarraba de una cuerda y otro te gritaba now now now (ahora) o wait (espera) lo malo es que a veces (como en mi caso) el tipo se equivocaba y cuando ya casi llegabas venía la ola. Fueron varios los lastimados, por suerte no fue mi caso porque el tailandés me abrazó y se dio el contra las rocas pobre. Este es el héroe:
En fin, luego del episodio de la ola, me mandó de cabeza al agua y otra vez los 20 metros hasta el kayak. Lo bueno es que sobreviví y puedo decir con propiedad que ir a Tailandia en época de monzones es muy mala idea, y que hay playas mucho más bonitas que la dichosa playa que tanto le costó encontrar a Leonardo Di Caprio (miren la película).
Al día siguiente regresamos a Puket para tomar el avión rumbo a Bangkok, capital de Tailandia. Puedo decir que el barquito se movió bastante, las olas eran de tres metros (según el capitán del barco) y yo que pensé que en las películas exageraban el movimiento, créanme que no lo hacen, la verdad un día para olvidar.
Ya en Bangkok visitamos unos templos divinos todos dorados llenos de espejitos de colores, todo un arte, donde estaban los famosos buda acostado, buda esmeralda y otro más que no me acuerdo el nombre. Lo anterior fue lo bueno de esta ciudad, lo malo el olor nauseabundo que inunda sus calles a toda hora en todo lugar y que decirles de las amigas ratas que muy panchas se cotoneaban por las calles luego del atardecer un ASCO!
Miles y miles de ratas, supuestamente hay más ratas que habitantes (me gustaría saber como hicieron el censo). Otra cosa interesante era un Shopping llamado MBK gigante de 8 pisos con cosas regaladas, teniendo en cuenta los precios de Uruguay, más de una dejó la vida en ese lugar!
Lo que sin duda salvó a este destino fue nuestra visita al río Kwai, una hermosura el paisaje, nos alojamos en un Hotel Flotante, estaba en el medio del río, muy exótico llegamos en lanchas y las habitaciones eran medio abiertas lo cual daba un poco de miedo por la cantidad de bichos que hay en la selva, afortunadamente no vimos más que cucarachas y mosquitos.
Sepan disculpar la escritura, este relato era un mail que envié a mi familia ya saliendo de Tailandia. Lo único que agregué fueron unas fotos como evidencia.
Como pueden observar el clima opacó todo nuestro viaje por este hermoso país. Por lo que, para mi , ir a Tailandia en época de monzones es muy mala idea.