Santorini dio un vuelco a nuestro corazón, para nosotros es la joya romántica de Grecia. Su brillo nos encandiló al punto de la locura y quedamos perdidos de amor por ella.
La llegada
Habíamos contratado el traslado del hotel, así que nos estaban esperando en el puerto. El servicio estuvo bien aunque sin aire acondicionado morimos de calor en esa camioneta. Pero bien valió la pena, nos bajaron en una plaza donde nos esperaba Hércules (así lo apodamos nosotros) un empleado del hotel que nos llevaría hasta el alojamiento, cargando nuestras maletas (nunca más agradecidos, es una tarea complicada tratar de hacer rodar la maleta por las calles empedradas en plena subida). Solo Hércules puede!
Ni el cansancio ni el calor opacó nuestra fascinación por el lugar, amablemente nos hicieron sentar en una terraza abierta al mar egeo, nos trajeron un jugo de naranja para esperar nuestro turno de check in. No puedo imaginar otra ocasión donde la espera se hiciera tan disfrutable. Estas eran sus vistas:
Realmente recomendamos este hotel, la ubicación no puede ser mejor, en pleno Fira, habitaciones con vistas y balcón al mar azul y al volcán, Terrazas increíbles, el lugar donde sirven los desayunos no podría ser más encantador, la persona que atendía el lugar era tan amable que daban ganas de abrazarlo.
Nuestro Primer atardecer Griego
Apenas abandonamos las valijas salimos a caminar, rodeando los acantilados. Nuestro objetivo era ver el atardecer desde Imerovigli, muy cerca de Fira. Entre los tejados de ensueño, los verticales acantilados, y el cielo fundiéndose con el color del mar, nos fascinó centímetro a centímetro. Cada tanto nos encontrábamos tiendas con una decoración única del lugar y frondosas santa ritas tiñendo de magenta las blancas paredes, en un juego de colores digna de retratar:
El atardecer no podía ser mejor, escasa es la gente que va a disfrutar de la panorámica , la gran mayoría prefieren los famosos atardeceres de Oía (que más adelante les voy a comentar). La magia del lugar permanece intacta, solo tú y la naturaleza dando su mejor show, sientes explotar de alegría al punto de la emoción.
Para caminar te aconsejo zapatos cómodos y con buena suela, los caminos son de piedras y con empinadas cuestas y bajadas. Vimos algunos caídos por el camino gracias a las chancletas, casi perdí a Alejandro un par de veces 😉
Encontramos un rinconcito mágico para la cena, tanto nos gustó la comida, la bebida, la atención y el ambiente que repetimos todos los días. Somos seres de costumbres, cuando algo nos gusta y mucho, no nos cansamos de repetir.
Volvimos al hotel embelesados con cada rincón, deseando tener la vida entera para contemplar cada día esta maravilla.
Para terminar con broche de oro, disfrutamos un rato de la pequeña, pero agradable piscina del hotel.
Conociendo una playa muy particular
El siguiente día nos propusimos conocer la playa roja, así que nos levantamos temprano y fuimos a la zona del desayuno, no podía ser más encantador el lugar.
Fuimos a la parada de autobús, y como habían varios preguntamos cuál iba a la playa roja, muy amablemente nos indicaron el correcto, los boletos los pagas una vez en marcha. Luego de un rato en autobús, llegamos a nuestra parada y nos indican como llegar (había que caminar bastante por la playa) pero las vistas lo hicieron un disfrute al mismo camino.
La playa es atractiva y única por su color rojizo, de orígen volcánico, hay también un playa de arena blanca (solo se accede en barco que se toma desde la playa roja) y otra de arena negra, sin embargo no es ideal para darse un baño, está llena de piedras lo que la hace un tanto incómoda.
En el 2012 yo había estado en Santorini y visité la playa blanca, la experiencia no fue muy agradable. Solo se llegaba en barco, así que te dejan allí y morías de calor con el resplandor de sus piedras. Por otro lado las grandes piedras hacían muy incómodo tumbarse e incluso entrar a la playa. Lo menos agradable es que quedabas como “rehén” allí hasta que venía el barquito a llevarte. Era tanta la desesperación de la gente que al verlo venir se tiraban al agua a esperarlo. Tuve que esperar 2 trayectos para ser “rescatada” de esta playa. Por esta experiencia, es que en este viaje la suprimí totalmente de nuestro paseo y no la recomiendo en absoluto. Aunque en la foto se ve hermosa:
Luego de la visita a la playa roja volvimos a la parada de autobús para retornar a Fira. Donde disfrutaríamos de un exquisito almuerzo con un fresco y abundante jugo natural de Naranja.
Más que satisfechos con el almuerzo, fuimos al hotel a descansar un rato y deleitarnos con la piscina. Renovando nuestras energías para nuestro próximo atardecer.
Uno de los atardeceres más famosos del mundo: Oia
Tomamos el autobús para Oía, por suerte fuimos a la terminal porque en el camino se llenó de gente. El trayecto es sinuoso y con el calor no era agradable el viaje a pie. Ni bien llegamos nos dimos cuenta que está muy masificado, íbamos como ganado por los angostas calles.
Aún así el entorno es adorable:
Como pudimos escogimos un lugar para esperar el atardecer, cada tanto debíamos pegarnos a las paredes porque por allí subían los pobres burritos paseando turistas.
Aunque Oía es maravilloso, nos quedamos con Imerovigli. Es más auténtico y tienes todo el espacio del mundo para inundarte de pura, natural y fascinante belleza.
Hermosa Fira: localidad principal de Santorini
Volvimos sobre nuestros pasos hasta Fira donde disfrutamos de la música de excelentes artistas callejeros sobre la calle principal. Indecisos entre muchos y variados suvenirs, finalmente triunfó Justicia, una magnífica escultura de esta deidad griega. Hay tanto para ver y comprar, seguro no vuelves con las manos vacías. Cargarás con variados adornos para recordarte todos los días que tienes que volver a esta maravillosa isla.
El día siguiente, afortunadamente fue más de lo mismo, pero repetiría todos los días, realmente seríamos muy felices haciéndolo.
De Regreso:
El regreso fue complicado, aparte de no querer dejar bajo ningún concepto este lugar, el aeropuerto era un infierno, microscópico y a tope de gente. Con decirte que quedamos más de hora y media parados afuera del aeropuerto. Por supuesto el avión salió con atraso y estuvimos a punto de perder la conexión en Frankfrut.
¿Qué estás esperando para venir a conocer esta maravilla?
¿Sigues sentado en el sillón sin decidir tu destino? Déjate tentar con la belleza de Santorini, la joya romántica de Grecia. Cada rincón es un deleite para tus ojos y tu corazón.